Griezmann no tuvo fortuna a la hora de definir.
Griezmann no tuvo fortuna a la hora de definir.
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EFE

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Sin el enmascarado Mbappé, Francia no pudo con Países Bajos en la Eurocopa

Francia quedó con cuatro puntos.

Incompetente en el arte del gol, con dos errores clamorosos en la definición de Antoine Griezmann y sin Kylian Mbappé sobre el terreno de juego, Francia no pudo con los Países Bajos y ambas selecciones firmaron el primer empate sin goles de la Eurocopa (0-0), en un partido marcado por las dudas que mantiene el conjunto dirigido por Didier Deschamps.

Francia necesitaba dar un golpe encima de la mesa después de su mala imagen ante Austria. Su pírrica victoria (0-1) con un triste tanto en propia meta de Wober exigía al combinado galo cambiar una marca bastante alejada de lo que debe tener un favorito a ganar la Eurocopa. Por suerte (o no) para Deschamps, durante los días previos al choque solo se habló de la nariz de Mbappé. Su fractura nasal, convertida en un problema nacional, escondió todos los problemas que dejó Francia en su debut.

Finalmente, Mbappé no apareció en la alineación. Ni siquiera con la máscara tan fotografiada en la víspera del choque. La protección, con la bandera francesa dibujada, pasó a ser negra por la normativa UEFA y el jugador del Real Madrid la lució durante el calentamiento. Pero de inicio, no pasó de ahí. Se sentó en el banquillo junto al resto de sus compañeros y Deschamps apostó por Tchouaméni en un movimiento aparentemente más conservador.

Mbappé practicando con su máscara.

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Enfrente, Koeman quitó a Veerman del centro del campo, retrasó a Simons y colocó a Frimpong como gran novedad. Se mantuvo en sus trece ante las presiones de dar la titularidad a Werghorst, el héroe frente a Polonia. Y en un principio, el duelo pareció funcionar para los Países Bajos, que nada más sacar desde el centro del campo estuvo a punto de marcarse una jugada como la del la final que perdió frente a Alemania en el Mundial de 1974.

Entonces, fue Cruyff quien provocó un penalti al minuto de juego después de que Holanda, desde el saque inicial, moviera la pelota sin que ningún rival la tocara hasta el acelerón del genio neerlandés que provocó la pena máxima. Pasados cincuenta años, el equipo de Koeman rozó un gol parecido. Sacó de centro, tocó el balón sin que lo quitaran los franceses y todo terminó en un mano a mano que Frimpong erró ante Maignan.

Tchouameni fue la apuesta del técnico francés.

El susto para Francia fue importante. No era el mejor modo de iniciar su redención de los errores en su estreno. Sin embargo, se recuperó bien. En general, consiguió hacerse con el partido. Kanté parece el de 2018, poco a poco recupera su mejor versión; Tchouaméni aportó algo de estabilidad y equilibrio; y Griezmann, sobre todo Griezmann, despertó como se le exigía después de su errático encuentro ante Austria.

Eso sí, se desperezó sin suerte, porque falló una de las ocasiones más claras que probablemente haya tenido nunca. Después de avisar con un disparo desde fuera del área que repelió Verbruggen, se encontró con una opción para marcar monumental. Fue Thuram, quien ejerció de boya ante Van Dijk, quien provocó la poca fortuna de su compañero. Se asoció con Rabiot, que en vez de rematar la faena, cedió la pelota a Griezmann. El atacante atlético, debajo de la portería, se enredó con el balón y no llegó a ejecutar el 0-1.

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Xavi Simons, figura de los Países Bajos.

Fue un desastre, pero nada que reprochar a la estrella gala. Sin duda, fue de lo mejor de su equipo. Sólo le faltó acierto para desestabilizar a un rival que tuvo sus opciones con las arrancadas de Gakpo, el más peligroso de los hombres de Koeman. Mientras Schouten y Reijnders libraban una batalla tremenda por gobernar el centro del campo con Kanté y Tchouaméni, Gakpo, con sus dos compañeros casi siempre derrotados, consiguió salir a la carrera en varias ocasiones. Una de ellas la cerró con un intento desde fuera del área que Maignan salvó como buenamente pudo y los Países Bajos se quedaron sin premio.

Y ya no hubo mucho más. Los cambios no afectaron al partido. Ni siquiera la entrada de Weghorst. Koeman sacó a su héroe a falta de diez minutos. Pero tampoco pasó nada con un atacante solvente porque no era la noche para marcar goles. Sin Mbappé, con su máscara bien guardada en el banquillo, el partido, y con Griezmann señalado en ese aspecto, se convirtió en una mascarada en el arte de la definición. Nadie dio en la diana y ambos equipos sumaron su cuarto punto para dejar casi sentenciada su clasificación para octavos de final.

EFE

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